Parece que, a raíz de los tiempos que nos está tocando vivir, están dándose a conocer, entre el público general, tanto la fisioterapia como algunas de nuestras especialidades, como la fisioterapia respiratoria para el tratamiento de personas con COVID19. Sin embargo, la especialización y su reconocimiento es una demanda conocida en muchos sectores dentro de la profesión. Un claro ejemplo de ello es la formación de sociedades científicas de fisioterapia específicas de algún área, como la SEFIP (Sociedad Española de Fisioterapia Pediátrica), o cómo los fisioterapeutas nos hemos integrado en sociedades médicas como la SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica) o la SEN (Sociedad Española de Neurología).

La justificación de esta reivindicación no podría ser más simple, especialmente en el área de la neurología: la complejidad clínica derivada de la afectación multidimensional y multisistémica del paciente es la que hace necesaria esta formación específica.

El actual Proyecto de Real Decreto por el que se pretende regular la formación transversal de las especialidades en Ciencias de la Salud parece ser la puerta que se nos abre para la reclamación y regulación de las especialidades por parte del Ministerio de Sanidad.

Esta solicitud debe estar unida a un proyecto más ambicioso de presencia de la fisioterapia en el sistema de salud. Para ello, lo más útil, será demandar la creación de especialidades asociadas a las ya existentes en otras profesiones sanitarias, como la neurología, lo que permitirá la integración de nuestra figura en los diferentes servicios, formando equipos multi e interdisciplinares. Esto, sin lugar a dudas, repercutirá en la mejor atención al paciente, la disminución de la potencial discapacidad y, en función de la especialidad y patología, un menor gasto público derivado de la misma.

Con la creación de estas especialidades, la regulación del título de especialista debe ser vía residencia y de la mano de una ampliación de la plantilla de fisioterapeutas, con bolsas de empleo específicas para cada servicio. De nada sirve la creación de una especialidad si se va a traducir en una mayor precariedad de los fisioterapeutas. Además, no tendría sentido tener una especialización y estar en una bolsa de trabajo única donde, probablemente, se acabaría en una unidad de trabajo diferente. Cuestión que ya ocurre, aunque la especialización de cada profesional sea a través de posgrados de su elección.

Por otro lado, la especialización y la integración en los equipos de diferentes servicios debe servir también para reclamar nuestras competencias como profesión independiente. Un mayor conocimiento específico, nos da la potestad de exigir la derivación a fisioterapia, en vez de la prescripción de fisioterapia.

Así mismo, esta integración en equipos multidisciplinares especializados permitirá la ampliación del corpus de conocimiento gracias a una atención continuada a usuarios del mismo perfil, así como la interacción constante con otros perfiles profesionales propios de los servicios especialistas. Todo ello repercutirá en la optimización de la especialización y, por supuesto, en la calidad de la atención clínica.